La complejidad de la carga en enfermedad laboral
El tener o no información sobre cualquier área siempre es vital para poder aportar soluciones a las situaciones anómalas que se presentan en el día a día. Un ejemplo de esto es, sin lugar a dudas, el campo que abarca el cuidado de la salud de los trabajadores y la siniestralidad laboral. En el caso concreto de la carga de enfermedad atribuible al trabajo, existe un gran vacío a nivel de estudios que, durante muchos años, ha impedido dibujar un mapa claro sobre cómo ha afectado y está afectando a los trabajadores, a la economía y a las empresas.
Aún así, lo que sí se puede afirmar es que conocer las tasas de morbilidad en una sociedad avanzada permite, no solo tener constancia de su número, sino también de los costes de la asistencia sanitaria, del número elevado de días de ausencia al trabajo y cómo afecta al acortamiento y reducción de la calidad de vida.
Otro de los grandes problemas es la infravaloración de enfermedades asociadas al entorno laboral, algo que dificulta de manera notable la búsqueda de soluciones reales a un problema que parece que aún sigue latente. Y las cifras no son bajas ya que a nivel estatal se estima que existiría un subregistro en el sistema que llegaría a un 64%, especialmente cuando hablamos de enfermedades mentales, respiratorias y, sobre todo de cánceres, estas dos últimas muy comunes en la construcción aunque a veces sea difícil poner en relación los factores causa-efecto.
Para solucionar parte de ese vacío, en Euskadi se ha realizado la primera investigación, a nivel estatal, en la que se aborda de manera directa la carga de enfermedad atribuible al trabajo. El estudio, presentado en el mes de mayo del presente año y que abarca el periodo que va desde 1990 a 2008, permite conocer con gran precisión la distribución de enfermedades profesionales por territorios, así como la asociación de la enfermedad con variables como el sexo, la edad, la actividad económica, la empresa y la antigüedad en el puesto de trabajo, así como su coste económico.
Además, aporta pruebas fehacientes que demuestran que la sanidad pública asume un coste muy alto a la hora de cubrir el tratamiento de los trabajadores. De hecho, los datos son claros y contundentes ya que descubren una realidad muy significativa: el coste sanitario de las patologías de origen laboral, y que en su mayoría son costeadas por el Servicio Sanitario Público Vasco (Osakidetza), superó en 2008 los 106 millones de euros. Esto representó un 0,16% del PIB vasco, es decir 67.924,5 millones de euros, y un 3,3% del Gasto Sanitario Público Vasco, llegando a los 3.200 millones de euros.
Todas estas estimaciones ayudan de forma decisiva a definir la magnitud de la enfermedad en términos monetarios permitiendo, así, justificar y evaluar los programas de intervención que marcan la pauta a la hora de buscar mejores vías para abordar este asunto. Por otro lado, también representa una oportunidad para conocer hasta qué punto es necesario designar una partida mayor de recursos sanitarios, humanos y materiales. Incluso, es fundamental en el caso de las pacientes con enfermedades crónicas ya que permite aminorar los efectos que sus tratamientos tienen sobre el sistema sanitario y la sociedad en general.
En relación a los casos de enfermedades profesionales notificados entre 1990 y el año 2000 su número fue de 33.547, registrándose el mínimo en 1990 con 339 y el máximo en 2006 con 3.259. De este total, el 71% fueron hombres mientras que el 29% fueron mujeres.
Según muestran los datos generales, las enfermedades profesionales más frecuentes son las causadas por los agentes físicos ya que suponen un 85% del total de declaradas. En menor porcentaje, con un 9,4% les sigue las causadas por la piel y, finalmente, las provocadas por agentes biológicos con un 1,7%. De las relacionadas con agentes físicos, en el 89% de los casos se ve afectado el aparato locomotor, especialmente con tenosinovitis, mientras que el 11% restante son hipoacusias o pérdidas de audición y nódulos en las cuerdas vocales.
La construcción, de los más afectados
Aunque el estudio no hace una asociación directa entre sectores y enfermedades concretas, se puede afirmar que la construcción es uno de los más afectados, especialmente porque los trabajadores de esta área están expuestos a la acción de numerosos agentes de tipo químico, físico y biológico. De hecho, coincidiendo con las descripciones que se han hecho anteriormente, los efectos dañinos varían desde una simple irritación dérmica a enfermedades crónicas o el desarrollo de cáncer como resultado de una exposición prolongada a determinados productos.
Si hablamos del tipo y características de las enfermedades profesionales que han sido más frecuentes durante este periodo, el estudio muestra que la más recurrente era la de piel, afectando a trabajadores de entre 30 y 49 años en empresas de más de 250 trabajadores y con más de 10 años de antigüedad en su puesto de trabajo. Pero como consecuencia de la evolución y los cambios producidos dentro del mercado laboral, en 2008, las enfermedades más frecuentes fueron todas aquellas que tienen que ver con el aparato locomotor. En este caso, el trabajador que las ha sufrido tenía un perfil de entre 30 y 59 años, empleado de una empresa de 50 a 249 trabajadores y con una antigüedad en el puesto de trabajo menor a 10 años.
Pero, a pesar de la complejidad y rigurosidad del trabajo realizado, no se podría afirmar que se han contabilizado todas las enfermedades profesionales que hubiera sido adecuado incluir. Las razones tienen que ver con que aún queda mucha labor por hacer para lograr identificar, de manera inequívoca, qué patologías deberían ser atribuibles a las condiciones en las que el trabajador desempeñaba sus funciones. Uno de los casos más representativos es el de la construcción ya que el trabajador tiene que estar en contacto diario con un gran número de agentes que pueden provocar enfermedades como neumoconiosis (silicosis), alergias cutáneas, hipoacusia, estrés térmico, enfermedades producidas por los agentes químicos, irritación de las vías aéreas superiores, cáncer o trastornos neurológicos por aspiración de vapores. Al ser las listas de trastornos físicos y de agentes causantes tan amplia, en la mayoría de los casos es difícil establecer una relación directa entre ambos, hecho que repercute negativamente a la hora de hacer una notificación efectiva.
Lo que sí se puede afirmar es que es que hay que plantearse la necesidad de posicionar a la enfermedad profesional como una prioridad dentro de las políticas preventivas en materia de salud laboral. Para lograrlo, entre otras muchas cosas, hay que seguir promocionando las declaraciones de las enfermedades profesionales para que vayan saliendo a la luz y crear una historia clínica única del ciudadano con datos de riesgos profesionales e historia laboral. Especialmente, es de vital importancia animar a todo el personal médico asistencial de Osakidetza para que ante una posible sospecha lo tramite adecuadamente.
Los resultados de esta investigación llevan a pensar que la carga de enfermedad atribuible al trabajo debiera ser monitorizada de forma más clara y exhaustiva por parte de las administraciones públicas, sobre todo porque no deja de ser un eslabón más dentro de toda esa cadena de factores que determinan cómo se debe abordar el tema de la salud de los trabajadores y la siniestralidad laboral.
Fuentes:
Artículo elaborado a partir de dos presentaciones de la “Jornada sobre la carga de enfermedad atribuible al trabajo y su coste sanitario en el País Vasco” celebrada el 27 de mayo de 2011:
– Presentación. La carga de enfermedad atribuible al trabajo y su coste sanitario en el País Vasco.
– La carga de enfermedad atribuible al trabajo y su coste sanitario en el País Vasco. Principales conclusiones del Proyecto de Investigación de Osalan. Dr. Pedro Pablo Uriarte Astarloa. Subdirector de Planificación de Osalan.
Pilar Collantes Ibáñez
Experta en Organización en el Trabajo
Directora General de Osalan