“Tenemos que reinventar la Escuela. Ser un centro imaginativo, capaz de ofertar otro tipo de titulaciones”

Juan-Jose-ArrizabalagaLleva ligado a la Escuela Técnica de Arquitectura de la UPV/EHU, como profesor, desde el año 1993, y hace ahora dos años asumió el cargo de director. ¿Qué le animó a dar el paso?
La situación crítica de nuestra escuela, tanto en el contexto local de la UPV/EHU, como dentro del marco del resto de escuelas del Estado, así como de los nuevos retos derivados de la implantación de los nuevos  grados Bolonia.

Un reciente informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) señalaba que, entre 2013 y 2014, la productividad de las universidades españolas no ha empeorado, a pesar de los recortes. ¿Qué tal está ‘capeando el temporal’ la institución que dirige? ¿Se han notado mucho los recortes?
A nivel de financiación económica sí. Afortunadamente, la UPV/EHU ha priorizado el mantenimiento y preservación de la plantilla docente existente, restringiendo otros apartados, eso si, por lo que podemos mantener unos niveles docentes y académicos razonables.

Justo al final de su mandato, en 2017, la Escuela Técnica de Arquitectura de San Sebastián cumplirá 40 años de vida. Este tipo de celebraciones siempre son momento propicio para hacer un repaso de lo vivido y para preparar el futuro. Cuando usted mira hacia delante, ¿qué camino cree que debe de seguir la Escuela?
Tenemos que reinventar la Escuela. La actual oferta docente que ofrecemos, Grado en Fundamentos en Arquitectura más el Master Habilitante, no se ajusta a las demandas actuales de la sociedad. Tenemos que ser un centro imaginativo y ser capaces de ofertar otro tipo de titulaciones: grados híbridos compartidos con otros centros, ampliar la oferta de títulos propios, masters, etc…

Y sin dejar de mirar hacia delante, la profesión, ¿hacía donde camina después de siete años de crisis del sector de la construcción?
La opción profesional de pequeños estudios profesionales va a estar penalizada, salvo honrosas excepciones. La mayor parte de concursos, proyectos, obras, planes urbanísticos, etc… van a estar en manos de grandes corporaciones técnicas, ingenierías para ser más claros, que ofrezcan unos servicios difíciles de contrarrestar. El arquitecto tradicional no tiene lugar en este contexto, de modo que también hay que reinventar la profesión.

En la era de la austeridad que estamos viviendo, parece que la figura del arquitecto estrella ha pasado a mejor vida. Gehry, Calatrava, Foster, Hadid,… esos nombres se hicieron tan famosos que la gente, incluso, conocía lo que era el premio Pritzker. Esta vuelta a la normalidad, ¿ha supuesto un alivio para los arquitectos, permítame llamarles así, “rasos”?
Como en cualquier otro campo afectado por la crisis, son precisamente los arquitectos “rasos” los más afectados por la situación que vivimos. En la arquitectura se están produciendo los mismos procesos de concentración laboral que en cualquier otro ámbito profesional; toda esta catarsis va a servir para beneficiar a las grandes corporaciones técnicas, en perjuicio de los profesionales de base, por llamarlos de alguna manera.

El componente sociológico de la arquitectura quizá sea una de las disciplinas de la profesión menos conocidas por el gran público. El papel que puede jugar, por ejemplo, la regeneración de un área urbana en la cohesión social de una ciudad sería el mejor ejemplo, pero seguro que hay muchos mas, ¿verdad?
Como en tantas otras facetas de la construcción de lo público y de lo social, los arquitectos -como colectivo- hemos estado distantes y demasiados concentrados y vinculados a la materialización especulativa que se nos ha puesto en bandeja. Es obvio que una de las salidas más honrosa para nuestra profesión es retornar a participar activamente en la componente sociológica de la profesión, entendiendo que podemos ser unos agentes muy relevantes –catalizadores- en cualquier proceso de participación en el que se decida el futuro de nuestros entornos construidos.

¿Qué opina de la reciente decisión del Gobierno de Madrid de retirar el anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales? Los arquitectos eran uno de los gremios más beligerantes contra esta norma de ley. En caso de haberse aprobado, ¿qué hubiera supuesto para la profesión?
Estoy totalmente de acuerdo con la medida de retirar el Proyecto, aunque el contexto de crisis en el que estamos ha podido ayudar a ello. El problema es que es una cuestión cíclica, no resuelta, que más tarde o temprano se volverá a plantear porque la actividad económica generada alrededor del mundo de la construcción es tan descomunal que las reivindicaciones de otros colectivos profesionales al respecto volverán a plantearse más tarde o temprano. Probablemente, en cuanto se reactive la economía y la parte correspondiente a la edificación.

El Foro de la arquitectura española del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España ha promovido la Carta de la Arquitectura Española 2015, un documento que apunta a la rehabilitación como una de las tablas de salvación para la profesión. Los autores del texto reclaman una mayor implicación de las distintas administraciones públicas en el fomento de las obras de rehabilitación. ¿Qué opina usted?
Claro que si, pero no debe de interpretarse como una tabla de salvación coyuntural. Tiene que ir de la mano de una crítica real y razonada del modelo de actuaciones expansivas (territorio, ciudad) dominante hasta hace nada. No puede ser que ante un nuevo ciclo económico creciente volvamos a repetir los mismos errores anteriores.

El Colegio de Arquitectos Vasco-navarro ha sido el primero de todo el Estado en realizar cursos de capacitación para formar profesionales que ejerzan como mediadores cuando surgen disputas por temas relacionados con la edificación. Es raro que haya tardado tanto tiempo en crearse esta figura, teniendo en cuenta la multitud de conflictos que aparecen todos los años por este motivo, ¿no cree?
No está mal, aunque a mi me parece un nicho profesional de muy limitado y de poco recorrido. Debería incluir también la resolución de temas relacionados con la planificación territorial y urbana (ahí esta muchas veces el germen de todos los problemas posteriores), y además la profesión debería involucrarse con más intensidad en otras facetas como la participación y activación ciudadana, o la cooperación y desarrollo internacional, por ejemplo.

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