El amianto y sus repercusiones en la salud de los trabajadores

Durante prácticamente todo el siglo XX, el amianto fue uno de los materiales de construcción más utilizados en todo el mundo. Sus excelentes propiedades aislantes, químicas, mecánicas y de resistencia al calor y a las llamas, así como su reducido precio, hicieron que no solo estuviera presente en el sector industrial, sino también en el doméstico y de manera muy habitual.

A pesar de todos estos beneficios en términos de calidad precio, la situación cambió cuando durante los años ochenta se estableció un contacto directo y probado entre el amianto y enfermedades tan graves como el cáncer de pulmón, el mesotelioma maligno y la asbestosis, entre otras.

El hecho de que las fibras de amianto no provocasen daño al instante fue causa determinante para que se tardase tantos años en descubrir su carácter nocivo. Afortunadamente, las autoridades competentes prohibieron su utilización y regularon normativamente no solo su uso, sino también los procedimientos a seguir en el caso de que hubiera que desmantelar instalaciones donde este material estuviera presente.

En el caso español, en el año 1984 se estableció la primera prohibición del amianto azul, seguida del marrón casi una década después. El último gran paso en este sentido se dio en 2001 cuando España se adelanta al plazo establecido por la Unión Europea para prohibir la comercialización y el uso del amianto blanco o crisotilo.

Aunque en muchos casos no cumplían con sus mismas propiedades, rápidamente se encontraron tecnologías alternativas al amianto como las tuberías de PVC, las chapas onduladas galvanizadas o las placas de aluminio pintadas. De esta forma, se solucionó el problema en las instalaciones de nueva construcción, sin embargo la gravedad de la situación también hizo necesario marcar unas pautas estrictas y cerradas en relación a qué hacer en casos en los que es necesario retirar el amianto. Para eso se aprobó en 2006 el Real Decreto 396/2006, de 31 de marzo, en el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud aplicables a los trabajos con riesgo de exposición al amianto. De esta forma, se lograba regular cuestiones clave como la obligatoriedad de elaborar un plan de trabajo, las necesidades formativas y de salud de los trabajadores y las evaluaciones de riesgo necesarias.

Cumplir los planes de trabajo

El escrupuloso cumplimiento de estos planes de trabajo es vital para evitar que en próximas décadas los trabajadores puedan seguir desarrollando enfermedades como consecuencia de su relación con las fibras del amianto. Por todo esto, el sector de la construcción debe estar comprometido con este objetivo, especialmente porque es el que está más en contacto con este mineral. De ahí que sea imprescindible que cuando se vaya a comenzar una nueva obra haya que analizar si existe o no amianto en el material a retirar para tomar las medidas preventivas oportunas.

A parte de todo este trabajo a nivel legislativo realizado desde distintos niveles, desde OSALAN también hemos hecho nuestra aportación, especialmente para lograr acercar a quienes manipulan amianto, empresas y trabajadores, las adecuadas medidas de prevención que han de tenerse en cuenta, así como los necesarios requisitos administrativos a observar para ejecutar esta actividad. Esta labor de divulgación y sensibilización tiene mucho que ver con el tipo de consecuencias que trae para los trabajadores el haber estado en contacto con el amianto: enfermedades que causan mayor pérdida de días de trabajo y mayor sufrimiento que los propios accidentes laborales.

Aunque pueda parecer que la batalla contra el amianto está ya ganada y que forma parte del pasado, aún queda mucho camino por recorrer, sobre todo porque es muy probable que en los próximos años se multipliquen los diagnósticos de carcinomas y mesoteliomas asociados a la exposición a este material. A esto hay que añadir el hecho de que muchos de los trabajadores afectados encontrarán serias dificultades para obtener una compensación o indemnización por la vía civil (única posible al haber prescrito la mayoría de los casos de infracción). Además, la mayoría de las empresas que utilizaban amianto sin hacer uso de los debidos materiales de protección han desaparecido o han quedado insolventes.

Por eso, en OSALAN se lleva muchos años tomando las medidas necesarias para hacer cumplir las previsiones normativas sobre controles de la salud post ocupacionales y sobre la adopción de medidas para que el trabajador tenga en todo momento acceso a su historial clínico laboral. No hay que olvidar que el amianto sigue estando presente en nuestras vidas en mayor o menor medida y que hay que seguir trabajando por hacer cumplir el amplio abanico normativo del que disponemos tanto a nivel nacional y europeo como internacional.

Pilar Collantes Ibáñez

Experta en Organización en el Trabajo
Directora General de Osalan

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